Primer Movimiento: Un
Girasol en la Isla de los Arrayanes
-1-
Cada vez que pestañea se
despierta lentamente entre las dunas, cada vez. Su cara de arena (que nunca se
deshaga) brilla bajo el rocío de la rompiente.
El zumbido, la brisa,
las olas frescas se arriman a su pecho. El mar la alumbra y hundo mi mano, como una lámpara ciega, a rodearla. Entonces el
mundo es un puñado de sol y agua sobrevolándonos.
(Gozo
del rítmico oleaje: sal y viento,
guijarro y altura, orilla y horizonte; gozo del paisaje desenvuelto en sus ojos,
de su fonética y de su nombre, Eugenia; gozo de haber atravesado el desierto, deslizando
mis ojos, como un niño desobediente, por el pasamanos de sus pestañas, a riesgo
de caer desde tan alto.)
-1.2-
El ritmo, las olas.
Despierta
con la lentitud del cielo
en
el centro mismo de la isla de sus ojos
liberando
bandadas
y bandadas
de horizontes.
Y
un poema,
y
una canción
la
contemplan.
(Debajo
del cielo blanco un pelotón de nubes grises escolta a la brisa. Imagino al sol,
solo, allá arriba, y su pelo, en algún punto de la isla, desbordándola y
apuntándolo. Y ella que enhebra un hilo dorado en el viento. Era tan fácil.
Debajo del cielo blanco un pelotón de nubes grises escolta a la brisa.)
-1.3-
Su mirada tiene la
temperatura de un arrayán floreciéndole bajo la corteza de los párpados. Otro
fósforo se enciende y se consume allá adentro cada vez que pestañea. Cada vez que
su mirada sale como un lento abanico a sahumar el aire. Su sombra es esa llama.
Un bosque de arrayanes
se expande dentro de sus ojos, donde los arboles se doblan a besar la tierra, y
se yerguen a contemplar lo que ella mira, embriagándose, respirándola.
(Bosque
adentro, los minerales y los búhos carcomen el óxido en los ojos de mi caballo
dormido en su esqueleto de diamante. Ojos como dos lágrimas de humo infinito,
azorando bajo sus párpados la herradura atrapada en su linaje. Esa mirada que
soltó a librar montañas y silencios. Las hojas, arriba en el follaje, entre
luces hundidas, oscilan y chispazos de fuego fulminan la noche.)
El
zumbido, la brisa, las olas frescas se arriman a su pecho.
-2-
El ritmo, la arena, el
agua, la espuma. Todo zumba.
-Tu
boca roza la cordillera enrojecida al fondo de la calle-
(Observo
la cima nevada de alguna nube y es otra montaña bajo el sol que conquisto de
pie sobre mis hombros.
Surco
la arena con un dedo. El viento maniobra una gaviota. Un petrel gigante remonta
su vuelo al ras de la superficie marina. Remonta su piedra danzarina y pesada.
Remonta su exploración impenetrable. Empuja el cielo.
Deseo,
con toda mi existencia, escalar un arrayán solitario, un árbol sobreviviente
del viento y la soledad, allá, en medio del mar, y llevar mi mano a la frente,
y buscarla, así extravíe la mirada en el horizonte. No me importa.
Estoy
seguro que nadie es del todo ciego. Que siempre algo queda. El olvido es un
palo que trajo la noche, como esos palos que trae la marea, y ahí están. Deseo,
con toda mi existencia, escalar un arrayán solitario. )
-3-
Se sonroja cada vez que
piensa en la luna, y canta cosas parecidas.
-3.1-
Cada pestañeo suyo
es un largo viaje.
-3.2-
Se duerme y la sigo.
(Una
flor de espuma
imaginé
y
creí
y
sembré
al borde de todas las piedras
de
la otra orilla
hasta
que el mar
cerrando
sus portones
la
trajo.)
-3.3-
Su beso duerme bajo el arrayán
de sus ojos atrás de esa estrella.
-3.4-
-No te ilusiones, la luna no canta, te toca-
(Dos
mareas, una lila, otra roja. El búho soñando la luna despierta, la huella lenta
de la niña. La puerta, la neblina, el aroma, la madera, la mano que empuja y
tiembla. La luz, el rincón, el espejo. La almohada, la ventana, la cortina, los
flecos embebidos en sal del horizonte. El salto de la niña. El faro. La
distancia.)
-000-
<< El vidrio es
para los ciegos y para la luz. Cayó la noche a romperse contra la tierra.
Fuimos testigos, y por respeto, hicimos el amor en silencio. Pero siempre por
debajo de la puerta alguna brizna entra, o algún gemido sale. Estoy seguro que nadie es del todo ciego.
Que siempre algo queda. El olvido es un palo que trajo la noche, como esos
palos que trae la marea, y ahí están. El vidrio es para los ciegos, la luz
no. Lo intentamos, por respeto, pero el amor es así, desobedece, gime. >>
(Columnas
de humo azul suben y se disgregan entre las nubes violetas. Una brisa de trigo
se arremolina entre mis dedos, y un girasol nocturno crece en la palma de su
mano.)
-4-
Y ella que es un espejismo
al que me acerco y existe, y que al caer la noche se acuesta a mi lado, sobre
la arena tibia de sus ojos, y sueña.
(Un
relámpago de luz silenciosa se desliza desesperadamente por su rostro a rogarle
algo a la boca.)
-5-
De noche
se camufla
entre el mar
y la arena.
Aluniza.
-5.1-
Se
duerme y la sigo.
Hasta que se detiene y
gira y me mira con sus dos ramitas de arrayán en la mano.
F: Gabi Kun |
*
Fragmento de un inédito